CAPOTEAR EL MIEDO
La primera vez que Pablo Hermoso de Mendoza visitó San Miguel de Allende quedó flechado por su ambiente bohemio y por las tradiciones mexicanas que ahí se viven. "Me cautivó y dije: 'Cuando venga a México, quiero vivir aquí' y a partir de ese momento empecé a buscar la forma de lograrlo. Ahora San Miguel es mi base en México, es donde me gusta salir a pasear, cenar y tomar algo", explica, junto a su hijo Guillermo, durante una soleada mañana desde la sala de su rancho La Joya, en la ciudad colonial.
Sus tres hijos –los mellizos, Paula y Guillermo, de 18 años, y Alba, de 13–, han hecho también suya esa ciudad. Al final, ahí pasaron gran parte de su infancia gracias a que tenían un tutor particular que viajaba con ellos cuando eran más jóvenes. Para la familia, la cultura mexicana ya forma parte de ellos hasta en el paladar: Pablo se lleva salsas picantes mientras que Guillermo, varios kilos de tortillas en la maleta: "Me encantan las quesadillas", dice sonriendo el hijo que decidió también ser rejoneador.
Desde ese momento, Pablo vive una paradoja: experimenta la alegría y el miedo con la misma intensidad. "Estoy feliz por la satisfacción de transmitirle toda mi experiencia profesional y por compartir con él esta profesión que me cambió la vida. Luego, está la otra parte, en la que toca sufrir. Es una carrera en la que he sentido muchos miedos y padecido percances. Vivir eso con un hijo es indudablemente duro, hay momentos en los que no quiero vivirlo.
Todo en la vida tiene su cara y su cruz", nos cuenta. La resistencia parental era tal que tanto el debut sucedido en agosto de 2016 en su natal Estella, España, como su primera presentación en su ciudad adoptiva, en abril de 2017, sucedieron gracias a un permiso especial obtenido por sus buenas calificaciones. "Al principio, su madre [Miren Tardienta] me decía: 'Él no quiere ser rejoneador, eres tú el que se lo está inculcando'", revela, sonriente. Sin embargo, seguir el mismo camino que su padre debía ser una decisión adulta. "Fue justo en mi cumpleaños 18", precisa Guillermo. "Ese día mis papás me preguntaron a solas si quería dedicarme a esto y les dije que sí".
Pero tampoco es fácil ser un hijo rejoneador, como Pablo lo sabe en carne propia. "Mi madre nunca ha ido a verme, ella no ha querido ni yo tampoco. Me daba mucho miedo que alguien fuera grosero conmigo en el tendido y ella estuviera ahí". En el caso de Miren, el camino que ha tomado su hijo es uno que sobrelleva. "Ella tiene la costumbre de ir a vernos", comenta Guillermo. "La pasa fatal… pero va. Siempre me ha apoyado aunque hubiera preferido que fuera futbolista".
LOS CUERNOS DEL TORO
El éxito como rejoneador es una travesía cuesta arriba que, Pablo bien lo sabe, implica destreza también fuera del ruedo. Él tuvo que negarse, por ejemplo, a presentarse en los años 90 en Las Ventas de Madrid, y en La Real Maestranza, de Sevilla, porque se negaban a remunerarle lo mismo que a los toreros. "Quieren pagar según el riesgo que se vive en la plaza, pero la realidad es que nuestro negocio genera entradas y en relación a ellas debería ser el porcentaje. Julio Iglesias ganaba más que cualquier torero y él no arriesgaba su vida. Viví muchas injusticias. Intento enseñarle a mi hijo todos los rincones que tiene el rejoneo". Tras una ausencia de los ruedos más importantes, lapso que aprovechó para exponer la situación ante la prensa y generar un debate, el público empezó a exigir su presencia en todas las ferias taurinas y, poco a poco, logró igualdad de circunstancias. Hoy en día es uno de los mejor pagados de la fiesta brava. "Creo que el secreto", revela Pablo, "fue ofrecer un espectáculo innovador, sin salirme del toreo clásico. Es importante introducir ciertas novedades de mercadotecnia. Todo eso generó una inquietud y que el público quisiera ir a verme". Con todo este camino andado, las enseñanzas que quiere transmitirle a su hijo van más allá del rejoneo; se enfocan en que eventualmente pueda "montar su propia empresa".
UN ASUNTO DE FAMILIA
Pablo piensa que su éxito como rejoneador está ligado a su círculo más cercano. "La familia juega un papel importantísimo: te saca de la nube donde la gente te trata como un ser especial, vuelves a poner los pies en el piso y a vivir la realidad como debe ser, con la sencillez de cualquier persona", explica alguien cuya amabilidad es tan grande como su fama. "Siempre se le acercaba bastante gente y nos tardábamos mucho en poder salir de los lugares porque se tomaba el tiempo para agradecer todas las muestras de cariño. De pequeños queríamos llegar pronto a todos lados, no teníamos paciencia", recuerda el joven rejoneador.
Aunque considera que su hijo va por muy buen camino, Pablo Hermoso está más que consciente que la profesión no es fácil y que el miedo siempre va a ser una constante en la vida de ambos. Por su parte, la admiración que Guillermo siente por su padre es evidente. Sabe lo afortunado que es, pero también conoce el peso de su apellido. "Crecí con todas las facilidades en cuanto a caballos, estructura y, desde luego, con el mejor maestro. Me siento privilegiado pero esto también implica un gran reto: se espera mucho de mí y se me exige más. Me gustaría heredar mucho de mi padre, sobre todo la disciplina y la constancia. Él no se conforma con nada".