La furgoneta se iba abriendo camino por los interiores de la plaza, entre el público que iba abandonando sus localidades. En un momento dado la furgoneta se vio rodeada por aficionados que vitoreaban a los toreros y que trataban de hacerse fotos u obtener autógrafos de sus ídolos. En un momento dado, Pablo decidió bajarse de la furgoneta y agradecer el apoyo y la pasión de los aficionados con un poco de cercanía, tanto suya, como de su vástago. Ambos descendieron de la furgoneta y se adentraron entre la muchedumbre para que esta se hiciera fotos, los abrazaran, los “apapacharan” y disfrutasen de esa cercanía de la que siempre ha hecho gala Hermoso de Mendoza.
El propio Pablo comentaba posteriormente, que no recordaba ninguna salida a hombros tan emocionante como esta salida a pie.